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Revista Motos de Ayer™ | El mundo digital para Motos Clásicas

El taller en casa: Una visita al taller de Jorge Galán

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Un rasgo común entre la mayoría de los enfermos que estamos infectados con el virus de la “retromecánica”, es el muy extendido del, yo lo sé hacer.

Bueno eso es lo que creemos y a veces con razón; claro que en otras acabamos llevando todo un motor despiezado dentro de un cajoncito al mecánico. Los motivos que se aducen para llevar el cajoncito al mecánico, son varios: lo desmonté y ahora no dispongo de tiempo para montarlo, un colega se brindó a ayudarme pero le ha surgido un problema y…… En raras ocasiones solemos decir la verdad, y esta no es otra mas que nos hemos metido en camisa de gigante, y claro nos viene grande. Lo cierto que el mecánico que es algo conocido, o en cualquier caso ya ha lidiado alguna de estas divisas, parece que se lo cree, aparca el cajoncito en su taller y cuando ya le molesta demasiado, comienza el montaje y reparación del motor.

Claro que existen muchos aficionados, incluso me atrevería a decir que una mayoría, que gustamos de restaurar, reparar, o mantener nuestras motocicletas nosotros mismos; y en el caso de encargar el trabajo a un profesinal, siempre somos partícipes del resultado final de la reconstrucción. Por ello siempre que se pueda, lo primero que pensamos es en un pequeño taller (aunque se de casos que este se ha improvisado en la propia vivienda, y uno en concreto que restauró su Triumph en un sexto piso). En muchas ocasiones, el taller es tan importante como la moto y consume un presupuesto incluso más elevado que una restauración, pero que le vamos a hacer, son consecuencias de este virus que nos domina.

Hace unos meses, mi amigo Jorge Galán, tuvo a bien dejarnos sacar unas fotos de su apañado taller. Me permito lo de apañado, por que hay que ver como le ha sacado utilidad al espacio. Lo primero que me llamó la atención es lo autosuficiente que se puede trabajar en su feudo; me explico: normalmente aunque tengamos nuestras elementales herramientas y algo más, siempre hay trabajos que por lo que ensucián, por ejemplo el pulido, o enredan como el chorreado de arena, solemos encargar a los profesionales. Amen de otros como el niquelado o cromado. En este variado mundillo he conocido de todo: quien se encarga de la pintura y fileteados por su cuenta y por pura afición, consiguiendo un resultado profesional, y quién al contrario prefiere hacer hasta la tornillería en su torno.

En el caso de Jorge, dispone como podeis apreciar por las fotografías de un pequeño baño de niquelado, que puedo afirmar que es bastante eficaz, pués hace unos diez años me monté uno muy similar. Dos tornos, especialmenteuno de relojero (que es una monada), chorro de arena, un cómodo elevador, que personalmente considero imprescindible (siempre que dispongamos de espacio) y aunque modestamente, lo necesario para acometer la restauración que está llevando a cabo con un muy exclusivo ejemplar de Terrot, al que confío algún dia poder hacer un reportaje. 

¿Y por que os he enseñado el taller de Jorge? Pues sencillamente como un ejemplo más de los muchos que disponemos la mayoría de aficionados. La verdad es que esta afición a las motos de ayer, tiene tantas facetas, que en ocasiones el dar un paseo con nuestra moto preferida, quizá sea lo que menos satisfacciones nos produce.

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